Las picadas son carreras. De autos, camionetas, motos o prototipos. Por ello, están bajo las normativas que imperan en cualquier deporte motor legal. Es decir, deben cumplir con los reglamentos en materia de seguridad, sanidad, permisos, control y desarrollo, entre otras cuestiones. También, hacerse en un lugar que guarde las condiciones adecuadas, como lo fue hace varios años la recta del autódromo “Nasif Estéfano”. Y además es importante que, quienes las organicen, sean personas idóneas en la materia.
Picadas de autos: puntos de vistaPor estos días, una iniciativa presentada por Jorge Rodríguez Robledo (ya recibida por la Comisión de Deportes) busca que la Legislatura le dé marco legal a la actividad, que se convirtió en una práctica ilegal -poniendo en peligro la integridad propia y la de la población- en calles, avenidas, rutas o predios públicos. Aunque resulta una obviedad, vale decirlo: quienes pican violan la expresa prohibición que existe para hacerlo en la vía pública.
La Policía secuestró motos usadas para correr "picadas" sobre la ruta 340, en RacoRodríguez Robledo (abogado, auxiliar en Educación y Seguridad Vial) es autor de una iniciativa para que las picadas se hagan “en un lugar específico y bajo estrictas normas de seguridad”, según dijo. Incluso, recibió el apoyo “de los referentes del automovilismo en Tucumán con quienes nos reunimos para hablar sobre mi iniciativa”. También sostuvo que el Estado “ha demostrado claramente que lo supera esta clandestinidad, que no la puede controlar y que tampoco la puede combatir”.
Aprehendieron a dos jóvenes tras protagonizar una "picada" en Yerba BuenaSegún la iniciativa, el órgano de control y fiscalización de las picadas será la Dirección de Deporte de la Provincia. Esta deberá realizar una vigilancia estricta de la actividad. Además del plan primero, que es erradicar de las calles y rutas a los amantes de la velocidad, con un picódromo se fomentará el turismo y la actividad económica.
Una moto y un cuatriciclo corrían picadas en el puente del río ColoradoEste tema de las picadas es de larga data en la provincia. Siempre genera polémicas por el carácter clandestino que tomó, y en general queda una certeza: lo que se hace o se intenta hacer para resolver su práctica es sin conocimiento de causa. O no prospera.
Sólo por citar un antecedente, en abril de 2011, la Legislatura aprobó una ley -iniciativa del legislador José Gutiérrez-, para legalizar la práctica, “que redundará en favor de la seguridad vial”, se dijo. Se promovieron reuniones con intendentes y delegados comunales. En ese entonces, la municipalidad de San Miguel de Tucumán se opuso a que se hagan en el autódromo, por cuestiones ambientales.
Esta actividad llegó a la Argentina hace unos 40 años. Lugares para practicar este deporte en el país de manera legal hay muchos. Los más conocidos son los del autódromo de la Ciudad de Buenos Aires, un circuito cercano al aeropuerto de Pajas Blancas y en el autódromo “Oscar Cabalén” de Córdoba, y otro en el partido bonaerense de Tigre. Los tucumanos suelen desplazarse en un trazado privado ubicado sobre la ruta 9, cercano a Santiago del Estero. También a Jujuy y a Catamarca. En ninguno de los casos lo que allí se realiza está bajo el marco de una federación automovilística.
En los últimos tiempos hubo proyectos para erigir un picódromo en Tucumán. Por caso, en julio de 2015, en El Cevilar (unos 24 kilómetros de la capital), se realizó la presentación oficial de un trazado.
Allá por la primera década de este siglo, las picadas se realizaron sin problemas ni legislaciones cuando estaba en funcionamiento el autódromo. Se organizaban bajo las normas de seguridad de cualquier carrera.
Lo cierto es que, en tiempos recientes, los avances en este tema fueron nulos. Y como en un círculo vicioso, siempre se vuelve al comienzo y todo queda en el plano del tratamiento, sin llegar a las concreciones.